EL BARÓN RAMPANTE
Ítalo Calvino
Planeta
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Cosimo Piovasco di Rondó, como actitud rebelde ante el mundo de los mayores, se niega a comer caracoles y deja a su familia con tres palmos de narices, encaramándose a un árbol y adoptando la decisión de no bajarse jamás, lo cual cumple escrupulosamente.
Sin embargo, lo realmente memorable de esta novela es que Cosimo permanece completamente integrado en su sociedad, en su comunidad. La población aprende a aceptar las excentricidades del joven barón, que no deja de ser el mismo, que organiza un servicio de extinción de incendios, que salva a sus súbditos de un temible bandido, que repele una invasión pirata y, en fin, que introduce en la región los saberes enciclopédicos y la francmasonería. Desde lo alto de los árboles, Cosimo se asea, caza, ama, lee, diserta: es uno más.